“… Desde mi teléfono no tan inteligente” (2da. y última parte)

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El “compartir” se ha vuelto cada vez más común. Leemos una nota, vemos un video, escuchamos una canción y la compartimos. Pero, ¿para qué la compartimos? ¿La compartimos para que los demás se interesen por lo que a nosotros nos interesó? ¿Compartimos porque realmente queremos retransmitir un mensaje de valor e importancia? Compartimos por compartir. Muchas veces estamos compartiendo fotos creyendo que apoyamos a alguien haciéndolo y que ese alguien a quién no conocemos “alguien más” le va a dar cierta suma de dinero por las veces que se compartió su foto. Otras veces compartimos artículos sin verificar que sean ciertos y hay veces que compartimos nada más porque no tenemos nada propio que escribir, pero lo hacemos por esa necesidad de demostrar a la comunidad de la “red” que estamos vivos y existimos. ¿Estamos compartiendo o estamos retransmitiendo?

Leía hace poco, casualmente en la red, un artículo sobre la fuerza que tienen las redes sociales como grupos de presión a niveles políticos y económicos, pero también cómo ellas se han vuelto manipuladoras. No puedo estar más de acuerdo con ese artículo. Hice un “experimento” hace poco con un grupo de alumnos. Subí a una página de FB una noticia falsa y les pedí que la analizaran. Enseguida varios alumnos, con los ojos iluminados y singular alegría de demostrar su conocimiento, empezaron a comentar la noticia. Unos hasta con indignación y otros con cierta indecisión. El contenido de la noticia era lo de menos, yo los pude manipular. Lo que me preocupó es la forma tan automatizada en que dieron por cierta la noticia y la creyeron. Así nos pasa a muchos de nosotros, porque leemos algo que está en un blog o en una página lo tomamos muchas veces por cierto y veraz. He visto en distintas redes sociales una gran cantidad de artículos y notas sobre tantos temas y todos se dan por ciertos. Todos nos estamos volviendo expertos amateurs sobre todos los temas. Opinamos, nos indignamos, celebramos, sentimos y “compartimos” pero no nos detenemos a leer un poco más allá del texto, a leer lo que hay detrás de las palabras.

Creo que estamos justo en el momento adecuado para reflexionar sobre lo que está sucediendo en las redes sociales y cómo estamos interactuando con y en ellas. Podemos contribuir siendo críticos y selectivos, pero lo más importante es que aún estamos muy a tiempo de humanizar nuevamente nuestras relaciones, aunque sea por medio de la red. Las redes sociales, así como las canas, están para quedarse y aumentar en número. Pero nosotros podemos seguir decidiendo si, así como las canas demuestran o experiencia o indolencia ante el paso de la vida, si las redes sociales aumentan para enriquecer nuestras mentes y nuestro ser.

Cuando yo nací los teléfonos no eran inteligentes; eran brutos y las personas leían los periódicos y libros antes de opinar. Rescatémonos, aunque sea por nostalgia, de los teléfonos y dispositivos inteligentes y seamos nosotros los inteligentes nuevamente. Me despido con cariño escribiendo y siendo usado, perdón, utilizando mi teléfono inteligente.

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