¿Y si los productos en aerosol fueran como nosotros los seres humanos? (2da. y última parte)

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Lo prometido es deuda y aquí estamos nuevamente con mucho gusto en esta segunda parte de Partículas al aire “¿Y si los productos en aerosol fueran como nosotros los seres humanos?”

Recordemos que ya cubrimos el nacimiento y la infancia, por lo que ahora leerán sobre etapas un poco más complejas, pero no tan complejas como la formulación de un desmoldante con aroma primaveral cuyas partículas caen en forma de copos de nieve.

El primer amor

¡Ah! La parte más bonita de nuestras vidas y la más corta quizá en la mayoría de las veces. ¿Quién no recuerda su primer amor? Desde el o la artista en el poster pegado en el cuarto, en la película romántica o de acción, el o la cantante que justamente nos cautiva con su letra “tan profunda que hiere el alma” hasta ese primer beso que nos damos en primaria o secundaria acompañado de cartitas entregadas en secreto con dos corazones flechados o con las iniciales entrelazadas. Más pronto que nada, nos damos cuenta que llega un segundo amor, luego un tercero y así sucesivamente hasta que nos estabilizamos en uno… o dos…. Se nos baja la hormona alborotada.

Así pues, nuestro querido aerosol llega a esta etapa también, ya sobrevivió a su infancia y ahora se vuelve la marca favorita de un grupo de personas. Puede ser que sea el aerosol que nos alegra el hogar con su aroma, el aerosol que nos hace sentir sensuales con su fragancia o el aerosol que nos ayuda a preparar esos platillos, que sin él no nos podría salir tan deliciosa la comida. Pero así como con el primer amor, vemos que vienen otros aerosoles similares que van desplazando unos a otros hasta que llegamos con el que nos identificamos finalmente. “Por fin un fija pelo que deja el peinado ideal”, “por fin un insecticida que sí mata al mosqui to que no me deja dormir”, “por fin un desodorante, que aunque no me hizo sentir el macho alfa que deseaba, me hace sentir seguro entre la gente.”

El matrimonio y familia

En México tenemos un dicho “Matrimonio y mortaja, del cielo baja”. Por fin llega el momento en que nuestro crío se convirtió en todo un hombre y decide formar su propia familia, claro que ante el mundo aparenta que él eligió a su esposa, pero oculta la opinión lógica, severa y crítica de su mamá, de sus amigos, de sus exnovias y hasta de sus conocidos de Facebook, y tampoco deja ver a su futura pareja que la considera como la apropiada gracias a que rebasó los 759 “likes” o “me gustan” cuando colocó su foto en su muro. Es momento de formalizar y tomar decisiones serias y no tarda el momento en el que aparecerá un retoño de dicha relación. Lo cual nos lleva al punto uno de esta columna de manera inmediata (El primer amor).

Con los aerosoles es igual, un producto bien posicionado, decide que es momento de ampliar su penetración en el mercado. Puede ser que haya aparecido en el mercado (mágicamente) un producto complementario que mejora su rendimiento al combinarse y es así como surgen las familias de productos. Un insecticida conoce a un hermoso aromatizante y ¡Zaz! Magia, tenemos un hermoso insecticida con aroma y flores, que nos hace ver con una sensación primaveral, ver como caen muertos los mosquitos. Obviamente, ambos productos también tuvieron que pasar por varios procesos de aceptación, evaluación, conveniencia y planeación futura para obtener su retoño.

Así pues, a falta de más espacio en la columna termino esta analogía o comparación entre los aerosoles y los seres humanos. Y siempre hay que recordar que la vida la podemos ver desde varios ángulo, y ¿Por qué no?, la podemos ver desde el punto de vista de un aerosol, también.

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