La primavera que nos tiene ahora con un otoño muy caliente…

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Según los ingleses hay tres temas sobre los que es propio hablar en una reunión: el clima, los caminos y el té. Y claro que también hay temas sobre los que no conviene hablar. Yo que a leguas se ve que no soy inglés, sí hablo de los temas que no se deben de hablar; porque como buen latino me gusta hablar de los otros temas para meterme en problemas. Eso sí, la diferencia cultural es clara, mientras los ingleses te dicen sobre qué y sobre qué no hablar, a los latinos nos dicen que no hablemos ni de política, religión o futbol (o mujeres en ciertos casos).

La realidad es que ya todos los temas se discuten sin miramientos, al contrario de los tiempos en los que se era prudente y se hablaba solo de lo que uno sabía, ahora parece ser que no hablar de todos los temas de los que uno no sabe nada, está mal visto. Lo que sí es un hecho es que hoy en día estamos más despiertos ante todos los acontecimientos y nos hemos vuelto una sociedad más participativa. ¿Cómo y cuándo empieza éste fenómeno? Para muchos inició con los ocho años de existencia del Facebook, para otros inició con el famoso Messenger el del dibujito azul, pero para la gran mayoría de las personas, el principal detonante fue esa primavera de año 2010. No crean que voy a caer en el sentimentalismo de la primavera al estilo Disney, ni tampoco me refiero a que empieza la época de reproducción de la mayoría de las especies. Me refiero a la Primavera Árabe que irónicamente inicia un diciembre.

Con la primavera árabe el mundo empezó a interesarse en asuntos internacionales como no se había visto antes. La cobertura en medios de comunicación fue masiva, empezó realmente una nueva etapa en la opinión pública. Las redes sociales empezaron a mover conciencias y la tecnología permitió que recibiéramos información de un mismo tema, desde diferentes puntos de vista. La primavera árabe, un conflicto político en Medio Oriente, trajo consigo un despertar a la realidad a la que nos enfrentamos en este mundo “moderno”.

A partir del 2011 se han dado a conocer más y más manifestaciones, no importa el tinte u objetivo de las mismas. Pueden ser movimientos sociales en busca de derechos ecológicos en protección del medio ambiente, religiosos buscando tolerancia, políticos buscando cambios en sus gobiernos. Hemos visto en los últimos cinco años ver caer gobiernos y destituciones de presidentes, cancilleres, primeros ministros y demás, como no se había visto antes. Estamos viviendo una época en la que la opinión pública, tiene que ser tomada en cuenta y no puede ser silenciada.

Si alguien intenta silenciar a un grupo, lo más probable es que le salga el “tiro por la culata” y salga aún más contraproducente. Es una nueva era, una era en la que las marchas ya no se pueden ocultar tan fácilmente por la prensa local, una era de marchas que pueden salir a las calles sabiendo que van a ser escuchadas. ¡Qué no hubieran dado las madres de la Plaza de Mayo por tener la libertad de hoy! Probablemente hubieran encontrado a sus hijos. O las marchas de los ochenta y noventa en varios países y que simplemente fueron sofocadas, apagadas y eliminadas.

No, hoy ya no se puede frenar lo que inició con una “primavera”. Estamos ahora en un otoño literalmente muy caliente. Dudo que éste sea muy tranquilo, digno de un cuadro de Monet, pero cuidado, la libertad que tiene uno de expresarse y actuar termina cuando lastima o frena la libertad de otras personas. Nuestro cálido otoño por el que estamos viviendo, puede dividir a la sociedad si no nos manejamos nosotros mismos con prudencia, información y respeto en temas locales e internacionales. Es nuestra responsabilidad participar y no solo fingir que lo hacemos, pero hagámoslo con conciencia.

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